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Inauguraron el Museo de la Revolución Democrática y Cultural

  • Foto del escritor: pridecompridecom
    pridecompridecom
  • 5 feb 2017
  • 2 Min. de lectura


HISTÓRICO El presidente indígena Evo Morales se emocionó hasta las lágrimas al inaugurar en su natal Orinoca (sudoeste) el Museo de la Revolución Democrática y Cultural, cuando, en medio de los suyos, agradecía, inundado de reminiscencias, los favores de crianza que recibió durante su humilde niñez y adolescencia y el apoyo de los sectores sociales bolivianos a su gobierno de izquierdas desde 2006.


Cuentan que el niño Evo Morales Ayma antes de devenir en vendedor de helados, trompetista, jugador diletante de fútbol y dirigente sindical, corría en abarcas (sandalias) detrás de los autobuses para comer la carne de la fruta que los viajeros arrojaban al camino después de succionar el jugo de las naranjas.



Como lo hizo el día de su primera juramentación, el 22 de enero de 2006 en el hemiciclo del entonces Congreso en La Paz y el 20 de diciembre de 2013, en la aéreo espacial base de Xichang, vecina de la capital china de Beijing, cuando el primer satélite boliviano de la historia se puso en órbita, los ojos de Morales se humedecieron al agradecer el apoyo de sus vecinos y amigos en la entonces remota y desolada Orinoca, a unos 300 km de la ciudad de Oruro, a su vez a 300 km al sur de La Paz.



El primer presidente indígena de Bolivia en casi 190 años de vida boliviana independiente se deshizo en elogios para los sectores sociales tradicionalmente más combativos del país andino amazónico. Secundado por el vicepresidente Alvaro García Linera y flanqueado por miembros de su gabinete, autoridades militares, policiales y del departamento de Oruro, a cuya jurisdicción rural pertenece Orinoca, como así miembros del cuerpo diplomático acreditado en Bolivia, Morales dijo, a manera de homenaje a su natal Orinoca, que Bolivia había conseguido dignificarse en los últimos 11 años a contrapelo de su historia anterior. Antes de que, al verle emocionado, el auditorio al aire libre prorrumpiera en aplausos, Morales se había dicho contento.



En medio de su discurso, matizado por la ejecución de aires criollos por una banda popular informada en ponchos, y hasta la entonación de una cueca tradicional a capela por un anciano, uno de sus vecinos en Orinoca, el mandatario reclamó unidad a los bolivianos. "Unidad, unidad es el triunfo del pueblo y derrota del imperio", martilló.


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