Hablemos a calzón quitado del cuadro de la virgen en cueros
Hablemos a calzón quitado del cuadro de la virgen en cueros
Rolando Prudencio Briancón
No tengo el dote de pintor que tiene la pintora orureña Rilda Paco, pero siempre, al igual que ella me cuestioné el hecho que la iglesia católica tenga la doble moral de permitir que se use la imagen de la virgen -y varios otros santos- para que se dé rienda suelta a la salacidad, la voluptuosidad, la lascivia en cada fiesta en la que se usas la imagen de la virgen; y no para venerarla, sino para usarla con fines cuasi pornográficos.
Pero además fomentando el consumo cuantiosísimo de alcohol, con todas las degradantes derivaciones que conlleva esta práctica incontrolable de ingesta de alcohol, como son las: violaciones, peleas, asesinatos, los famosos feminicidios, accidentes trágicos, y todas las acciones que después derivan en arrepentimientos. Y no puedo dejar de observar la connotación comercial que tienen estas fiestas patronales sobre la venta descontrolada de alcohol, que al parecer la iglesia tiene su cuota parte - “diezmos”- que reciben de las empresas como la Paceña o Taquiña, que, por ejemplo, en Carnaval monopoliza paceña en todo el país. O la Taquiña en Urkupiña.
Vale decir que existe una indignante e inmoral idolatría de la imagen de la virgen; hasta con fines fálicos; que hoy habido una audaz artista que le ha puesto el dedo en la llaga a esa doble moral con la que la iglesia se hace a la de la vista gorda, desatando; no sólo un debate -en norabuena- sino las pechonas reacciones de recriminación, rayanas en la histeria y la agresividad, a quien en todo caso no ha hecho más que interpelar la inmoral instrumentalización que de la imagen de la virgen se hace permanentemente como es la pintora Paco.
Y es que es tal el grado de insulsa instrumentalización de la imagen de la virgen, que hace poco el cura Marcelo Bazán, rector de catedral metropolitana de Cochabamba; no se hizo ningún problema en usarla con fines políticos, organizando el bloqueo callejero contra el gobierno, cuando por antonomasia “no hace ni se mete en política”.
Ojalá que éste cuadro cuestione los trapos sucios que tiene bajo sus sotanas -ya no bajo las alfombras- los curas pederasta que cometen los más diabólicos actos viciosamente violando niños; que es por eso que deberían sulfurarse todos quienes han echado el grito al cielo, y no por el interpelador cuadro que ha pintado en cueros; por una irreverente, pero interpeladora artista.
Y ojalá que sirva también para que por lo menos la iglesia haga un mea culpa por la doble moral que se practica en lo sepulcros blanqueados que es el silencio cómplice de la iglesia.